La ardua tarea de descubrir si la información es veraz

Publicado: 17/12/2010 de Mario Lorenzo en Mario Lorenzo
Etiquetas:, , , , , , ,

PR7 17.12.2010/ MARIO LORENZO

“¿Cómo sobrevivir en una jungla de 18.600 revistas?”. Eso es precisamente lo que debió preguntarse Stephen Glass, que contaba con tan sólo 23 años de edad cuando fue contratado como asistente de redacción por la prestigiosa revista de actualidad y política norteamericana The New Republic. Este recién licenciado en periodismo decidió que la mejor forma, no sólo de sobrevivir, sino también de destacar, era recurrir a la invención para generar noticias, olvidándose, superado por su fulgurante ascenso profesional, del requisito de veracidad que exige la noticia.

Stephen Glass fue contratado por The New Republic en 1995. Sus “fechorías” periodísticas no fueron desveladas hasta el 18 de mayo de 1998 gracias a la investigación de Adam Penenberg, periodista de Forbes digital, quien, a propósito del artículo “Hack Heaven”, comenzó a indagar en la labor desarrollada por Glass. Para sorpresa de Penenberg, el artículo “Hack Heaven” y otros tantos no eran más que un conjunto de invenciones carente de base real y veraz. Artículos falsos para los que Glass se había esmerado creando e inventando citas, fuentes y acontecimientos.

Tuvieron que pasar tres años para que la gran mentira de aquel joven periodista que estaba consiguiendo sobresalir con su frescura descriptiva y su capacidad periodística fuera descubierta. Tres años en los que se contabilizaron un total de 21 piezas periodísticas inventadas de las que nadie, ni dentro ni fuera de la redacción, había cuestionado su veracidad.

Pero el de Stephen Glass no es el único caso en el que el periodista asume que su éxito y su carrera profesional están por encima de la noticia. El 11 de mayo de 2003 el diario The New York Times publicaba una nota donde informaba que uno de sus periodistas asignados al área de asuntos nacionales, Jayson Blair, había cometido severos errores de veracidad, invención de entrevistas y plagio en más de 70 notas aparecidas en diversas secciones del periódico desde el mes de junio de 1998, año en el que entró a trabajar a la redacción de The New York Times.

Ante casos como el de Stephen Glass y Jayson Blair conviene detenerse a meditar –si es que el ritmo frenético de nuestra sociedad nos lo permite- y plantearse varias cuestiones: ¿Cómo puede darse una situación como ésta en publicaciones que, supuestamente, como es el caso de The New York Times está considerado como uno de los diarios más rigurosos de los Estados Unidos?; ¿Qué no sucederá en otras redacciones?; ¿Hasta qué punto los periodistas otorgan importancia a la veracidad y al requisito de contrastar la información por medio de las fuentes cuando lo que prima en el modelo de periodismo actual es la inmediatez y los números?… Son sólo algunas preguntas, pero cabría plantearse muchas más, empezando por aquellas referidas a la incidencia de Internet en el desarrollo de la profesión periodística. Es cierto que Internet es una herramienta idónea cuando se habla de rapidez e inmediatez, exigencias del periodismo actual, pero atenta contra el requisito de contrastar la información recurriendo a las fuentes.

A modo de conclusión y sin ahondar más en el debate que podría generar cruzar las palabras periodismo e Internet, cabría decir que el periodista no debe olvidar cuál es su posición, la de estar al servicio de la noticia, verdadera protagonista, y no la noticia al servicio del periodista. Tampoco debe olvidar que las fuentes, que le dan la clave de la información, son la única vía existente para asegurarse la veracidad de la noticia. Requisitos básicos del periodismo que hay quien se permite olvidar cegado por el afán de éxito y protagonismo. Y, lo peor de todo, es que, pese a las consecuencias negativas que le pueda suponer, logra sus objetivos, a los que podemos poner nombre: “El precio de la verdad” y “El fabulador”.

Batería de titulares

–          La ardua tarea de descubrir si la verdad es verdad

–          La delgada línea que separa la verdad de la ficción

–          El periodismo de la inmediatez, pero ¿y de la veracidad?

–          El periodista nunca debe olvidar que no es un novelista

–          Internet podría convertirse en la única fuente periodística posible

–          Stephen Glass: “sólo pretendía que el público me amara”

–          Casos Stephen Glass y Jayson Blair: casos de falta absoluta de ética periodística

–          La mentira mejor contada

–          La ficción no tiene cabida en los periódicos, sólo en las páginas de cartelera

–          El periodista profesional siempre debe contrastar la información

Deja un comentario